Al iniciaros en sus Misterios, la Filosofía Moral ha querido hacer de vosotros hombres escogidos, sabios o pensadores, elevándonos por sobre la masa de los seres que en nada piensan. No pensar, es consentir en ser dominado, conducido, dirigido y tratado comúnmente como una bestia de carga. Es por sus facultades intelectuales que el hombre se distingue del bruto. El pensamiento lo vuelve libre, y le da el imperio del mundo. Pensar es reinar. Pero el Pensador ha sido siempre una excepción. En otro tiempo cuando el hombre tuvo ocasión de abandonarse al recogimiento, se perdió en el sueño; en nuestros días, cae en un exceso contrario; la lucha por la vida lo absorbe, hasta el punto que no le queda tiempo para meditar con calma y cultivar el Arte supremo del Pensar. Pues, este Arte, llamado el Gran Arte, el Arte Real o el Arte por excelencia, le corresponde a la Filosofía Moral el hacerlo revivir entre nosotros. La intelectualidad humana no puede continuar debatiéndose entre dos enseñanzas que excluyen la una y la otra el pensamiento: entre la Iglesia, basada en la fe ciega; y las escuelas, que sentencian los dogmas de nuestras nuevas creencias científicas. Ahora que todo conspira para evitar a nuestros contemporáneos la pena de pensar, es indispensable que una institución poderosa haga revivir el estandarte de las tradiciones que se olvidan. Nos faltan pensadores, y no es nuestra enseñanza universitaria la que puede formarlos. El pensador no es el hombre que sabe mucho. No debe tener la memoria sobrecargada de recuerdos embarazosos. Es un espíritu libre, que no tiene necesidad ni de catequizar ni de adoctrinar. El pensador se forma por si solo, es hijo de sus obras. La Filosofía Moral lo sabe, y evita inculcarle dogmas. Contrariamente a las Religiones, no pretende estar en posesión de la verdad, no solo se limita a ponerlo en guardia contra los errores, sino que además se afana en que cada uno busque la Verdad, la Justicia y la Belleza. Los Hombres Libres y de Buenas Costumbres repudiamos la fraseología y las formulas, con las cuales los espíritus vulgares se enseñorean para engalanarse de todos los oropeles de un falso saber. Quiere obligar a sus adeptos a pensar y da, en consecuencia, su enseñanza bajo el velo de las alegorías y de los símbolos. Invita, asimismo, a reflexionar a fin de que se apliquen a comprender y a descubrir, pensar es lo que tenemos que enseñar a nuestros pequeñines, a nuestros paisanos que por azares de la vida se encuentran alejados del conocimientos, pues, sólo de esa manera tendremos un ejército fortalecido para lograr la victoria.-
lunes, 12 de enero de 2009
ALCANZAMOS UN PODER REAL SOLAMENTE CUANDO LOGRAMOS UNIR, EL PENSAMIENTO, LA EMOCIÓN Y LA ACCIÓN.-
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